Para Innovar hay que inno-ver

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Era el año 2 DC (durante la crisis) y veía en la tele un nuevo formato de programa cuya novedad es que se hacía en la calle con gente de la calle. No recuerdo si se llamada “camineros” o “carreteros” o algo así pero entre nosotros lo llamaremos “playeros”. El caso es que un profesional del chiringuito explicaba cómo se había reinventado.
-Donde había un bar ahora hay un beach club, con staff en vez de camareros y sus camas balinesas en vez de las hamacas. Los precios el doble o más que antes y los clientes felices-. Me puse la toga de juez y pensé - ¿Estamos tontos? - y el señor del chiringuito se siguió forrando. ¿Qué es lo que cuenta? ¿No? No pero ese es otro tema. 


Ese invierno las magdalenas llegaron a España, bueno no exactamente. Se abrió la primera tienda de cupcakes que por cierto hoy ya deben contarse por decenas. Con un precio de 1,80 y los 2,50 euros pensé que yo no pagaría eso por una magdalena tintada con los mismos colores que mis Plastidecor del colegio. Yo no pero miles de personas sí y con repetición. Para hacer más sangre hasta hay un programa de televisión que te enseña los trucos de las cupcakes con su batidora asociada y otro robot que se vende en una teletienda.

En ambos casos olvidaba, como muchos emprendedores, que quería enamorarme de mi idea cuando lo que debía hacer era saber qué podía enamorar al consumidor. No podía innovar porque no era capaz de ver lo que muchos otros podían necesitar.

No importa si tú comprarías tu servicio o producto, no importa si lo harías a ese precio, ni importa si lo comprarías a la competencia. Sólo importa saber si puede haber gente satisfecha con él.





¿Compromisarios o mercenarios?


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“El trabajo para toda la vida ha muerto” y cosas por el estilo las oímos ahora con más frecuencia que nunca. Pero que no nos engañen, eso ya se oía en el año 92. Y es que una cosa es que no sea esperable jubilarse en tu primera, segunda o tercera empresa y otra cosa es tener contratos laborales por minutos. Que a todo llegaremos.
Por un lado en los foros de profesionales de recursos humanos se sigue hablando de talento, de compromiso y de salario emocional (eso suele ser el comienzo de la charla). Pero no sólo eso, siguen apareciendo nuevos conceptos en esa dirección como por ejemplo el “employer branding” que seguro que no se puede traducir como “reputación como empleador”, vaya a ser que sepamos todos de qué va el tema: ”construir una reputación de buen empleador tanto para los empleados actuales como para los futuros” según Patricio Witt.

En fin, ese bonito camino que mostramos los de RRHH en el que la gente se desarrolla, los jefes son líderes, la comunicación es fundamental etc.

Pero antes de acabar la charla, claro hay que tocar la situación actual. Ahí es dónde se pone la voz grave y con pretendido pensamiento de estadista se dice a los demás: -olvídate de buscar trabajo, créalo-. Ahí lo llevas o - Vamos a trabajar por proyectos y cuando no te necesitamos te irás a otro proyecto en otra empresa. Somos dinámicos, somos modernos-.Como si las personas pudieran caminar libremente hacia su realización sin tener cubiertas sus necesidades básicas y mucho menos la seguridad de tenerlas resueltas el próximo año.

Hoy los trabajadores no son los que durante siglos han debido luchar por sus derechos. Son quienes ya los tenían, quienes quieren crecer profesionalmente, quieren participar en estructuras más planas y flexibles y quieren encuadrar su trabajo en su vida y no al revés.