El burrito Paquito: una historia de cambio

Imagen: TrucosPC.info
Inspirado en "Historia de un ternero". Este cuento lo he utilizado en ocasiones para ilustrar nuestra resistencia natural a los cambios. Por su redacción o expresión siempre me ha costado leerlo con suficiente expresividad, así que ahí va mi propia versión.

Cuenta la leyenda que aquella ciudad se creó sobre el lugar donde un asno africano designó con su sabiduría ancestral. Ahora cada año, en una tradición centenaria, se organiza una cabalgata en la que un asno es adorado como el fundador de la ciudad. 
La realidad fue algo distinta.

El Burrito Paquito era aún muy joven cuando sus padres fallecieron. Se quedó sólo con una familia de campesinos que lo utilizada en las tareas del campo y especialmente en la rueda del molino ya que eran los panaderos del pueblo.
Tantas horas pasaba Paquito moviendo el molino con los ojos tapados que únicamente aprendió a ir hacia adelante. Ni a un lado, ni a otro sólo adelante.

Una noche Paquito se despertó y vió abierta la puertezuela de la cuadra e hizo lo único que sabía hacer: caminar hacia adelante.
También la verja de la casa familiar estaba abierta de modo que sin límites Paquito como si estuviera en la rueda molino con los ojos tapados, caminó en mitad de la noche. Subió ricos y descendió valles. Atravesó bosques y cruzó ríos.
Pero Paquito era seguido muy de cerca por las vacas de la granja que desde que se quedó huérfano se ocuparon de él casi como de uno de sus terneros. Las vacas siguieron aquel difícil camino subiendo ricos y descendiendo valles. Atravesando bosques y cruzando ríos.

A la mañana siguiente la familia pidió la ayuda de todos los aldeanos para ir en busca de sus animales ya que sin ellos no sobrevivirían. Así que todo el pueblo unido subió ricos y descendió valles. Atravesó bosques y cruzó ríos... Hasta que finalmente vieron al rebaño detenido ante el lago. Unas pisadas en línea recta aclaraban la dirección que Paquito había tomado: en línea recta hacia el centro del lago.

Poco a poco la senda abierta se transformó en una travesía para otros pastores y después en una calzada rural para algunos turistas. Se tendieron puentes y algunas escaleras para hacer más fácil el tránsito y cuando llegó la tecnología se levantaron increíbles viaductos y profundos túneles.
A orillas del lago creció una inmensa ciudad que después se convirtió en una de las más importantes urbes del mundo.

Ahora cada año, millones de personas se lanzan a las calles para rememorar la proeza del asno africano, salvaje y visionario que no fue otro que nuestro burrito de carga que hizo lo único que sabía hacer: caminar hacia adelante, como siempre.
Así que aquel asno africano, que no fue otro que un burrito doméstico, dirigió las vidas de millones de personas que circularon por aquel sinuoso trazado haciendo lo de siempre: caminar hacia adelante.

1 comentario:

  1. Un día, un becerro tuvo que atravesar un bosque virgen para volver a su pastura. Siendo animal irracional, abrió un sendero tortuoso, lleno de curvas, subiendo y bajando colinas.
    Al día siguiente, un perro que pasaba por allí usó ese mismo sendero para atravesar el bosque. Después fue el turno de un carnero, lider de un rebaño, que, viendo el espacio ya abierto, hizo a sus compañeros seguir por allí.
    Más tarde, los hombres comenzaron a usar ese sendero: entraban y salían, giraban a la derecha, a la izquierda, descendían, se desviaban de obstáculos, quejándose y maldiciendo, con toda razón. Pero no hacían nada para crear una nueva alternativa.
    Después de tanto uso, el sendero acabó convertido en un amplio camino donde los pobres animales se cansaban bajo pesadas cargas, obligados a recorrer en tres horas una distancia que podría haber sido vencida en treinta minutos, si no hubieran seguido la vía abierta por el becerro.
    Pasaron muchos años y el camino se convirtió en la calle principal de un poblado y, posteriormente, en la avenida principal de una ciudad. Todos se quejaban del tránsito, porque el trayecto era el peor posible.

    Mientras tanto, el viejo y sabio bosque se reía, al ver que los hombres tienen la tendencia a seguir como ciegos el camino que ya está abierto, sin preguntarse nunca si aquélla es la mejor elección.

    Autor: Paulo Coelho

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