Entrenándose para ser entrenador

Hace unos días participamos en un interesante taller sobre coaching para directivos. Celebrado en ESIC y facilitado muy eficazmente por José Luis Pérez Huertas, tuvo una asistencia de veinticinco personas.

Con una muy alta involucración de los participantes y la metodología propuesta nos ofreció una pequeña “cata” de los resultados de una sesión de coaching o proceso de acompañamiento como preferimos llamarlo. Por cierto, sorprendentes.

Para nuestra sorpresa gran parte de los asistentes eran directivos o empresarios interesados en desarrollar su capacidad de liderazgo. La minoría correspondía a profesionales del sector.

Son múltiples las reflexiones que nos ha generado el taller pero las más importantes quizá sean:

- Nos preguntamos si el proceso de acompañamiento se puede realizar eficazmente de forma interna. ¿Podrá una persona sincerarse completamente con su jefe o líder de equipo?
- Uno de los primeros efectos sobre el entrenado o coachee es la ordenación de sus pensamientos al verbalizarlos.
- Una de las mayores dificultades del entrenador o coach es no volcar en las sesiones su propio sistema de valores o soluciones.
- Una empresa puede solicitar un programa de acompañamiento para un colaborador y negociar a tres bandas sus objetivos. No obstante, las sesiones son confidenciales y por tanto sólo el entrenado podría informar a la empresa sobre la evolución del servicio.
- Un proceso de acompañamiento es eficaz en la medida que exista buena sintonía entre entrenado y entrenador. Por tanto el perfil del entrenador debería ser elegido con la participación del entrenado. Por ello es un servicio que suele llevar aparejado una sesión inicial gratuita.

Por aquello de la necesidad humana de etiquetar, las conversaciones de pasillo del taller insistían en muchas ocasiones sobre las diferencias, similitudes y competencias del terapeuta, el entrenador o coach, el consultor, el mentor.

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