Cine: La Ola


Cuando oí de su estreno pensé que no debía perdérmela. Hechos reales sobre un experimento de un instituto en relación a “La autocracia”.
No sabemos hasta que punto se ajusta a los hechos reales, ni siquiera cómo fueron éstos pero finalmente ha resultado una buena idea con conclusiones confusas.
Autocracia o sistema de gobierno en el cual la voluntad de una sola persona es la suprema ley, Real Academia de la Lengua Española.
¿Se podría en la Alemania actual volver a reproducir un modelo de gobierno similar al del tercer Reich?. Sobre esta hipótesis inicial un profesor de instituto consigue la implicación de toda una clase.
El profesor pide a sus alumnos una reflexión sobre cual podría ser el caldo de cultivo para una situación así: desencanto, injusticia, desorden…

Reflexiona también sobre las herramientas necesarias: disciplina, símbolos, ideología…
El problema surge cuando en el desarrollo de la película el líder, votado por la clase, no conserva lo más característico de un líder autocrático. Centralizar en él la toma de decisiones.
Los muchachos no sólo actúan por su cuenta en nombre del grupo, sino que además son informados y se pide su iniciativa e ideas. Aspectos que nunca se presentarían en un auténtico líder autocrático que generaría personas indecisas, inmaduras y sumisas a las normas.
Por el contrario la película se centra en destacar los aspectos más simbólicos, ya no de la autocracia, aquí está para nosotros el error, como del sentimiento de grupo y de la necesidad de pertenencia.

Recordemos que los equipos para ayudarse a experimentar el efecto de la sinergia, tienen sus propios uniformes, gritos de guerra, saludos y una larga lista de códigos y símbolos para diferenciarse. Pero este aspecto, como se recuerda en la película, no es problema.

Los humanos cubrimos ese sentido de pertenencia a un grupo a través de elementos que refuercen nuestra similitud.
Volvamos por un momento a la película. Después buscar la uniformidad como grupo los muchachos comienza a traspasar una delgada línea. La que diferencia de nuestro sentido de grupo, el hecho de pensar que otros grupos son nuestros enemigos y de que es necesario imponer nuestras ideas, y sobre todo nuestro grupo. Llegados a este punto nuestros muchachos están dispuestos a agredir el enemigo o a hacer apología de no se sabe bien que ideología. La tragedia está servida.

Que sirvan esta y otras películas sirvan para negar el totalitarismo pero no para confundir el valor de la colectividad, los cambios positivos que podemos llegar a conseguir los humanos cuando trabajamos juntos para que a pesar de la situación coyuntural consigamos decir de forma tajante: Nunca más.

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